miércoles, 15 de junio de 2011

Creencias y aguacates

Ayer estuve charlando con un agricultor simpático. Viajábamos en el autobús que va puebleando desde Estelí hasta Ocotal, el norte de Nicaragua. Le compro dos aguacates y me ofrece una bolsa de plástico para llevarlos. Se la rechazo amablemente porque no me hace falta y empieza la plática. Que por qué no la quiero, que porque contamina. Que si es plástico limpio, que si eso no existe. Que si los residuos, que si el compost. Y bla bla bla bla, una cosa nos lleva a la otra y la conversación termina girando en torno a las creencias (que es un tema que me interesa mucho).

Me cuenta que lleva veintipico años trabajando el aguacate y me asegura que se da mucho mejor cuando se cosecha con luna sazona (que en España diríamos "llena"; aquí una fruta sazona es una fruta madura. La luna sazona es, por tanto, la luna madura. La imágen me parece preciosa).

También depende, me dice, de quién realice la tarea. Si uno tiene la mano caliente, el aguacate sale bueno. Si, en cambio, la tiene fría, olvídate. Le pido más detalles porque no he comprendido mucho y me dice: "Uff, es que va a ser difícil que lo entienda". "Intentemos", digo, y profundiza en el asunto. Por lo que entiendo, tener la mano caliente o fría es un don en el primer caso y una fatalidad en el segundo. Bueno, una fatalidad si vives de ello, que si te dedicas las finanzas o a vender claveles, pues no parece tan grave tener la mano fría para el aguacate.

Tener la mano fría o caliente no tiene que ver con saber o no saber cuándo o cómo cosechar. Un manofría y un manocaliente pueden estar cosechando el mismo día y de la misma forma, y los aguacates del primero saldrán riquísimos mientras que los del segundo se arruinarán a los tres días. Sin más.

Igual que las embarazadas, me dice. Si recogen el aguacate, al poco tiempo se pone negro. Esta creencia es prima hermana de otras que ya he escuchado en mi tierra: la mujer que, menstruando, se acerca a una mayonesa, la corta. El vino lo agria. Las plantas las debilita. 

En fin, viejas creencia machistas a las que mejor no poner mente, como dicen por aquí. Pues mira, majo, si la mayonesa la corto, ponte tú con ella, que te veo muy cómodo viendo el partido de fútbol. Una ya tiene excusa para no hacer mayonesa, que no hay mal que por bien no venga.

Esto me recuerda a una anécdota que me contó Mamá Esperanza cuando la conocí en Antigua, Guatemala. Parece ser que cuando era pequeña se decía que no había que tocar las flores de una planta conocida popularmente como "quiebracajetes" porque, como su nombre indica, si las tocabas, después se te rompían los cajetes (los platos) al lavarlos. Así que más que una fatalidad, era la excusa perfecta para librarse de la tarea. "Mami, qué pena, no puedo ayudarla porque en la mañana toqué un quiebracajetes". Pero no colaba. 

Vuelvo a la conversación del bus. Me dice mi compañero de viaje que las embarazadas deben dormir solas porque el feto absorbe la energía de quienes le rodean. Por eso, señala, los maridos que duermen con ellas se quedan chupadíííítos. Ellos en los huesos y el bebé, desde dentro de la panza, venga a robarles la energía.

Hoy saco el tema de las creencias con Mercedes, una mujer de Mosonte a la que conocí por la fundación Libros para Niños, y con la que he hecho buenas migas. Ella cree poco en supersticiones pero las conoce. Me cuenta algunas:

Si un guis trina cerca de tu casa es señal de que alguien vendrá pronto a visitarte. También augura visitas el soplo de aire en el fuego de la cocina.

Si tienes roja la oreja derecha, alguien está hablando bien de ti. En el caso de la izquierda, te está poniendo a caldo. En España se dice lo mismo cuando te pitan los oidos. Y en otros países, cuando te pican las orejas.

Si estornudas es señal de que alguien piensa en ti o de que te está siendo infiel. Lo malo es que no sabes si lo que pasa es lo primero o lo segundo, de manera que estornudar por aquí debe de crear mucho desconcierto. 

Por último, me cuenta que se dice que el 24 de junio (fiesta de San Juan) es un buen día para cortarse el pelo porque después crece más fuerte y más rápido. También es un buen día para fajear (golpear con faja, que es como un cinturón) los árboles poco fértiles; les hace dar más fruto.

En mi tierra se dice de las brujas (meigas) que nadie cree en ellas... pero que haberlas, hailas. Pues por si acaso esto va igual, el 24 me paso por la peluquería... y ya os contaré qué tal.









1 comentario:

  1. Paciencia, verdad? Lo de las creencias me gusta mucho como lo escribistes, es muy natural, a tu estilo de hablar entre serio y jocoso. Hace que sea fácil imaginarse que estás hablando. Hay critica y un estilo antropológico buenísimo. Lo que más me gusta es el estado de animo.

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