martes, 5 de abril de 2011

Amatlán, la tierra del amate

Continúo con la crónica de las primeras semanas en México... Esto es lo que hice del 12 de marzo hasta el 18...

Después de pasar varios días con Reyes en la Husteca, regresamos a México DF, donde pasamos un par de días paseando, visitando mercados (San Juan, conocido por vender alimentos exòticos; Sonora, muy interesante sobre todo por la zona de productos de magia y esoterismo, y Jamaica o mercado de las flores) y disfrutando la vida nocturna de la bonita colonia de la Condesa en compañía de David, un amigo de Reyes, y de sus amigos.

El domingo por la tarde Reyes se vuelve a Guadalajara y yo me preparo para salir al dìa siguiente hacia Amatlán, pueblito cercano a Tepoztlán, aproximadamente a una hora de camiòn al sur del DF.

La zona de Tepoztlán es montañosa y tiene un aire mágico. Desde el pueblo de Tepoz se puede ver, a lo lejos, en lo alto de una montaña, la piràmide del Tepozteco, construida segùn dice en el s XII, para honrar a uno de los dioses del pulque. En Tepoz sòlo estoy un rato, para comer y dar un paseo, ya que me esperan en Amatlán.






En este pueblo, todavía más pequeño que el anterior y del que dicen que procede Quetzalcoatl o la serpiente emplumada, me alojo durante cuatro días en la casa de Irene e Igor, ella española, él chileno, padres de la pequeña Huayra (que significa viento en quechua). La vida que hago con ellos estos días es muy tranquila: el día se va en charlar, lavar ropa, cocinar con leña, atender a Huayra, dar un paseo, dibujar, leer o escribir y otras actividades igualmente tranquilas y agradables.

Uno de esos días Ire y yo nos vamos con Huayra a visitar a una mujer del pueblo, experta en medicina tradicional mexicana, entre otras cosas,que nos enseña unos masajes que ayudarán a la peque a asimilar mejor los nutrientes. Tambièn nos da otras claves de medicina natural y nutrición, así como una definición de salud que se parece a esto: "Al cuerpo hay que darle lo que necesita, que son sobre todo nutrientes y movimiento; a las emociones, honrarlas y expresarlas; la mente hay que usarla para crear y no para rumiar el pasado o centrarse en el futuro; el espìritu nos permite ser Uno con el cosmos".

Otros dos días estuvimos en casa de Coco, una mujer mayor muy carismática a la que debe de conocer todo el mundo en Amatlán. Ha dedicado buena parte de su vida a las artes y a la medicina y cosmética natural. Aloja en su casa a un montón de gente joven, creativa y peculiar. Cuando llegas a su casa, te da la bienvenida y te ofrece un café y asiento. Te sientas a la mesa de la cocina y observas a tu alrededor: un canadiense de pelos largos y chaleco hippi está construyendo un atrapasueños, un francés rubio despeinado improvisa al violín mientras otro le acompaña al tambor, otra francesa que debe de dedicarse a la escultura explica a Ire el diseño del horno de barro que tiene intención de hacer al día siguiente, un mestizo sonriente dibuja en tonos rosas algo que atrapa, mezclando motivos prehispánicos con representaciones del peyote; otro canadiense (creo), con incrustaciones de verde jade en la barbilla y los dientes charla sobre un retiro espiritual que tiene previsto y sobre la energía que se percibe en este pueblo... y así.
Mientras, Coco cocina para todos/as y nuevos personajes van haciendo su aparición en la casa.

El viernes 18, después de una sesión de reiki que me regala la maravillosa Ire y que me deja llena de energía y feliz, salgo de Amatlán hacia el DF, pasando por Tepoz. Agradezco a la vida estos últimos días y el haber conocido a Irene.

No hay comentarios:

Publicar un comentario